
Discerniendo el llamado del Señor
Como toda vocación cristiana, la llamada a ser un hermanito del Cordero es un don de Dios, una llamada de Dios dentro de la Iglesia, que ha de ser discernida.
Un día, San Francisco de Asís, al oír la proclamación del Evangelio que se leía en la iglesia, reconoció la llamada que Dios había puesto en su corazón. Y exclamó con gran alegría: “¡Esto es lo que quiero!¡Esto es lo que deseo! Esto es lo que, con todo mi corazón, ¡ardo en deseos de poder vivir!”.
Nuestro Dios es pura bondad, es Amor, y solo desea nuestra paz y felicidad plenas. Por eso no debemos temer abrirnos a la llamada que escuchamos de Dios. Dejémonos conducir por Él…
La vocación es un don de Dios, un regalo, que corresponde a los anhelos más profundos de nuestro corazón. La tarea de poder discernir nuestra vocación consiste principalmente, en escuchar la voz del Espíritu Santo dentro nuestro, y depositar toda nuestra confianza en Él. Dejarnos llevar por Él hacia esa felicidad que desea regalarnos y soñamos.
La vocación de un hermanito
La vida de un hermanito del Cordero es muy sencilla. Una vida consagrada a Dios, en el corazón de la iglesia. Vida fraterna y de oración junto a los demás hermanos, escuchando la Palabra de Dios cada día y proclamando el Evangelio de Jesús, a través de nuestra pobreza mendicante, a nuestros hermanos más pobres, y a todos aquellos que el Señor nos confíe. Es una escuela diaria de abandono a su Providencia. Y con la Gracia de Dios, nos esforzamos juntos, a vivir el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.


Él enseña su camino a los humildes (Sal 25,9)
Un día Jesús hizo esta oración: “Yo te bendigo Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes y se las has revelado a pequeños”. (Lc. 10, 21-22). Estas palabras de Jesús han inspirado nuestra comunidad desde el origen. Nos recuerdan que la vocación del discípulo no es tanto saber y saber todas las respuestas, sino permanecer como hijos humildes, y recibirlo todo, del Padre.
Lámpara es tu Palabra para mis pasos (Sal 119,105)
Mendigos de Dios. Mendigos de su Palabra. Mendigos de su Gracia. Mendigos de los hermanos. Su Palabra es la lámpara de nuestros pasos, la luz de nuestro sendero. Debe ser “nuestro pan de cada día”. Por la Palabra de Dios fuimos creados, y por esta misma Palabra, podemos ser transformados y recreados cada día. Y Dios irá sanando nuestras enfermedades espirituales y heridas de nuestra vida, poco a poco. Y al volver cada día a los pies de Jesús, y guiados por Él paso a paso, iremos descubriendo el plan amoroso de Dios para mí, y para aquellos hermanitos con los cuales convivo: nuestra verdadera vocación.


Hablar con un hermanito
Si tienes preguntas sobre cómo discernir tu vocación y te gustaría hablar con un hermanito del Cordero, puedes enviar un correo electrónico a
vocaciones[@]comunidaddelcordero.org
y un hermanito se comunicará contigo.
Las etapas en el proceso vocacional, las hablamos personalmente cuando vengas.
Rezamos por ti, y te esperamos, si escuchas el soplo del Espíritu…
Algunas palabras de aliento de la Iglesia
Queridos jóvenes, el mundo los empuja a tomar decisiones apresuradas, a llenar sus días de ruido, impidiéndoles experimentar un silencio abierto a Dios, que habla al corazón. Tengan el valor de detenerse, de escuchar dentro de ustedes mismos y de preguntarle a Dios qué sueña para ustedes. – Papa Francisco


